Los magnates de fondos de alto riesgo Daniel Loeb, Louis Moore Bacon y Steven Cohen tienen mucho en común. Administraron capitales privados por valor de miles de millones de dólares. Invirtieron grandes sumas en obras de arte y mucho más en candidatos polÃticos.
Además, los tres aprovecharon un esotérico resquicio impositivo con el cual se ahorraron millonadas. ¿El truco? Sacar la plata a las islas Bermudas y hacerla volver.
Con la inequidad en su máximo nivel en casi un siglo y el creciente debate público sobre si el gobierno de Estados Unidos debe o no reaccionar a través de mayores impuestos a los ricos, los principales multimillonarios del paÃs del norte financiaron un sofisticado y sorprendentemente eficaz aparato para proteger sus fortunas.
Algunos le dicen “industria de defensa de las ganancias†y consiste en una muy costosa articulación de abogados, planificadores de bienes raÃces, lobbies y activistas antiimpuestos que usufructúan y defienden una trama vertiginosa de maniobras impositivas.Â
En los últimos años este aparato se convirtió en una de las más poderosas autopistas de influencia para los estadounidenses muy adinerados de todas las franjas polÃticas, entre ellos Loeb y Cohen, que hacen fuertes donaciones a los republicanos, y el multimillonario liberal George Soros, que pidió mayores cargas fiscales para los que más tienen mientras que para fortalecer su fortuna propia también recurre a artimañas impositivas.
Actuando en gran medida fuera de la mirada pública -en los tribunales fiscales por medio de misteriosas disposiciones legislativas y en negociaciones privadas con el IRS (Internal Revenue Service, la agencia impositiva de EEUU)- la gente muy rica utiliza su influencia para eludir dentro de ciertas normas y de modo sostenido la capacidad del gobierno para aplicarles las cargas tributarias adecuadas.Â
El impacto en sus fortunas es incontrastable. Cuando Clinton fue elegido presidente hace dos décadas, los 400 mayores contribuyentes del paÃs aportaban cerca del 27% de sus rentas mediante impuestos federales, según datos del IRS. En 2012, cuando fue reelecto Obama, esa cifra habÃa caÃdo a menos del 17 por ciento.
Parte de las mayores batallas tributarias actuales las libran algunos de los aportantes más generosos con los candidatos de 2016. Esto incluye a las familias de los inversores de los hedge funds Robert Mercer, que colabora con los republicanos, y James Simons, que sufraga a los demócratas, como también al operador de opciones bursátiles Jeffrey Yass.Â
La firma de Yass está en pleno litigio por lo que la agencia recaudadora calculó en decenas de millones de dólares en impuestos mal liquidados. El fondo de alto riesgo que creó Simons y que Mercer ayuda a dirigir está en inspección a cargo del IRS por un agujero legal tributario que le ahorró al fondo un estimado de u$s6.800 millones en impuestos durante unos 10 años. Lo investiga el Senado.Â
Al calor de la carrera presidencial, la influencia de los donantes ricos se pone a prueba. Están en juego el incremento tributario de la administración Obama de 2013 a las grandes ganancias -el primero sustancial en dos décadas- y una iniciativa del IRS para asegurar que se mantengan realmente las tasas tributarias más altas y se castigue la evasión de los poderosos.
Cada una de las 400 personas con mayores ingresos se llevó a su casa, en promedio, unos u$s336 millones en 2012, último año del que se dispone de datos. Si el grueso de ese dinero se hubiese empleado en sueldos y remuneraciones, como ocurre con el ciudadano tÃpico, las obligaciones impositivas de esos contribuyentes ricos podrÃan haberse más que duplicado.
En cambio, gran parte de sus ingresos provino de intrincadas sociedades y sofisticados fondos de inversión. Otras ganancias se amasaron en nebulosos fideicomisos familiares y empresas fantasmas en el extranjero.Â
Los muy bien pagados técnicos que inventan estas tramoyas trabajan en firmas legales de altÃsimo nivel y exclusivos bancos de inversión, al igual que en toda una variedad de empresas oscuras. Pero en el núcleo mismo del diseño de estrategias para minimizar los impuestos están las llamadas “family officesâ€, divisiones de administración de las riquezas de estadounidenses con activos que ascienden a cientos o miles de millones de dólares. Las family offices existen desde finales del siglo XIX y los pioneros de la institución fueron los Rockefeller.Â
Muchas de ellas dedicadas a administrar y proteger la riqueza de una sola familia, las family offices supervisan todo, desde las estrategias de inversión hasta la filantropÃa. Pero la planificación impositiva es una función central.
Si bien estos asesores emplean técnicas especÃficas que pueden ser complejas hasta la obnubilación mental, por lo general siguen unos pocos principios simples, como convertir un tipo de ingreso en otro tipo que está gravado con una tasa más baja.
Daniel Loeb, por ejemplo, invirtió en una reaseguradora con sede en Bermudas -una aseguradora que cubre a compañÃas de seguros- que a su vez pega un giro e invierte el dinero en el fondo de alto riesgo de Loeb.
Esa maniobra transforma las utilidades de Loeb de apuestas en el mercado de corto plazo, gravadas con impuestos estatales de más o menos 40%, en beneficios de largo plazo, conocidos como utilidades de capital, cuya carga fiscal es de alrededor de la mitad. Además le ha dado a Loeb la ventaja de diferir indefinidamente el pago de impuestos derivados de este ingreso, y que su riqueza obtenga un interés compuesto y crezca más.
La gente acaudalada también dispone de todo un abanico de reducciones impositivas esotéricas y hechas a medida. Una estrategia agresiva es colocar dividendos en fideicomisos de caridad, generando asà una deducción que compensa el Impuesto a las Ganancias.Â
Dentro de los abogados y los contadores, “los mejores y más inteligentes se destacan por imaginar cómo hacer tratos astutosâ€, dice Karen Hawkins, quien hasta hace poco dirigÃa la sección del IRS que supervisa a los especialistas en impuestos.Â
Desde la asunción de Obama hasta el final de 2012, las tasas federales de impuesto a los individuos no cambiaron (excluyendo los gravámenes a la actividad laboral). Pero la milésima parte de los estadounidenses, los que más ganan, pasó de pagar un promedio de 20,9 % a un 17,6%. En contraste, el 1% con mejores ingresos, excluidos los enormemente ricos, pasaron de pagar algo menos del 24% en promedio a un poco más de ese nivel porcentual.
El acuerdo presupuestario que aprobó el Congreso en octubre habilita por primera vez al IRS a cobrarles impuestos mal liquidados a grandes sociedades en su carácter de tales -lo cual es muchÃsimo más fácil para la recaudadora- gracias a una disposición que los legisladores incorporaron a último momento en el acuerdo, antes de que los lobistas pudieran movilizarse.
Pero las nuevas reglas son relativamente débiles -las compañÃas todavÃa pueden decidir que los impuestos los paguen sus socios- y no entran en vigor hasta 2018, dando asà tiempo a que los ricos las debiliten aún más.Â
Poco después de que la disposición se aprobara, una cámara empresarial que representa a prominentes fondos de alto riesgo empezó a reunirse con miembros del Congreso para analizar una lista de modificaciones deseables. Los fundadores de esos fondos donaron por lo menos u$s500.000 a candidatos presidenciales para 2016.Â
Powered By WizardRSS.com | Full Text RSS Feed,
