En los últimos dÃas, las revelaciones periodÃsticas derivadas de la investigación coordinada por el diario francés Le Monde en colaboración con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ por sus siglas en inglés) dejaron al descubierto datos bancarios comprometidos de algunas de las grandes fortunas mundiales.
La fuente de la que se nutren estas informaciones es la conocida como lista Falciani. Pero, ¿qué es exactamente y de dónde procede un documento de nombre tan cinematográfico y contenido tan explosivo?
La lista Falciani se llama asà por el informático que la sustrajo de los archivos de la filial suiza del banco británico HSBC, el segundo del mundo en tamaño por activos. Hervé Falciani, nacido en Montecarlo en 1972, trabajaba para la entidad y entre 2006 y 2008 se dedicó a recabar la información relativa a sus clientes.
Esta especie de Edward Snowden de las finanzas se convertirÃa pronto en un fugitivo. Las autoridades suizas, celosas custodias del secreto bancario del que tanto partido saca el sector financiero de su paÃs, motor de la economÃa nacional y cuestionado por su opacidad desde sus vecinos de la Unión Europea, emitieron una orden de detención por el robo de la información.
Falciani huyó a Francia, donde fue detenido y comenzó a colaborar con las autoridades. El informático alegó que su única intención al apropiarse de los archivos informáticos del banco era el de denunciar que se dedicaba sistemáticamente a ayudar a ricos de todo el mundo a evadir impuestos de sus paÃses de origen. Según declaró a una televisión francesa, Falciani actuó movido por su "deber cÃvico".
Su detención en Francia puso en manos de las autoridades de ese paÃs todo el material sensible que el proscrito Falciani consiguió sacar de Suiza en distintos ficheros digitales. Pese a las protestas de Berna, los franceses no se resistieron a escrutar la montaña de datos sensibles que su nuevo preso/huésped ponÃa en sus manos, señala El PaÃs de España.
Fue un fiscal de Niza, Éric de Montgolfier, el que entendió que con los datos y la colaboración de Falciani podrÃa por fin levantar el velo con el que la banca suiza cubrÃa sus actividades, un velo empleado muchas veces para encubrir manejos con el dinero perseguidos como ilegales por la mayorÃa de estados democráticos occidentales.
Es entonces cuando se produce la filtración a Le Monde, que, ante la dificultad de descifrar tal cantidad de información, además fuertemente encriptada, recurre al ICIR y a la colaboración de otros medios internacionales.
Pero esta enrevesada historia exige dar saltos en el tiempo. Volvamos ahora al año 2012. La mina informativa de Falciani fue compartida por los franceses con investigadores de paÃses aliados. Los Estados Unidos son uno de ellos. En Washington, un comité del Senado se dispone a denunciar públicamente a HSBC por su falta de compromiso en el control de los flujos de capital con los que se financia el terrorismo internacional. Según contó después Falciani al diario El PaÃs, los norteamericanos le advirtieron de que su vida corrÃa peligro y le aconsejaron refugiarse en España, paÃs donde, de acuerdo con sus fuentes, estarÃa seguro y podrÃa seguir colaborando con diferentes instancias internacionales.
AsÃ, el 1 de julio Falciani es detenido en el puerto de Barcelona por la PolicÃa española. Encarcelado en condiciones de máxima seguridad en Valdemoro, Madrid, comienza a colaborar con la FiscalÃa Anticorrupción y a declarar ante la Audiencia Nacional.
Las cifras varÃan según las fuentes, pero en la lista hay entre 106.000 y 130.000 nombres y datos de clientes, tanto personas fÃsicas como jurÃdicas.
Pese al revuelo ocasionado, no todos los que figuran en esa lista pueden ser considerados evasores fiscales. Ni las personas o entidades que residÃan legalmente en Suiza ni las que habÃan comunicado a la hacienda de su paÃs de residencia que tenÃan activos allà incurrieron en fraude fiscal.
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